sábado, 3 de septiembre de 2011

INSIDIOUS

No puedo evitar sentir esa atracción hacia las películas con temas escabrosos, efectos y hechos del más allá. Mi mente se divide en ese momento en dos; por un lado el hemisferio sur comienza a babear y a excitarse, ante tal evento; imposible resistirse a una historia totalmente apartada de la realidad, que te sumerge en un mundo diferente y que te extrae de lo que vives todos los días, para vivir algo distinto durante hora y media. Pero por otro lado, existe un hemisferio sur, un Pepito Grillo, que te advierte de lo que puede pasar en este tipo de ocasiones. Creas unas expectativas altísimas, por el sólo hecho de tratar un tema fuera de lo mundano.
Pues bien, para evitar que esta ilusión, esta visualización de lo irreal pueda ser aniquilado, cual tsunami, me mentalizo para conseguir un objetivismo casa completo, un equilibrio entre el sentimiento y la razón. Por ello, investigué ligeramente sobre el director, James Wan, director de Saw, y productor de sus respectivas y  cansinas secuelas. Puedo asegurar que los primeros quince minutos del largometraje, me tuvieron en vilo, dando pequeños saltos ante las diversas sorpresas y apariciones. A mi parecer, toda esta tensión se debió a que en ningún momento se personificó, o mejor dicho, se dio una forma e imagen al concepto de terror. Bien por el momento.
Fue entonces cuando, al parecer la productora ejerció algún tipo de presión sobre Wan, pues el tratamiento de la historia comenzó a cambiar radicalmente.
Por algún motivo, el film comenzó a tomar un camino que se asemejaba descaradamente a Poltergueist de Tobe Hooper, pero tropezando una y otra vez en el mal gusto. Comienzan a aparecer personajes y situaciones extremadamente parecidas a la obra de Hooper, hasta tal punto que empieza a desconcertar tanta similitud, que, poco a poco, te extrae de la historia que te están contando; sales de la pantalla y vuelves a sentarte en la butaca del cine, convirtiéndose nuevamente en un mero espectador al borde del bostezo.
Pero Wan tenía más sorpresas que ofrecer, un verdadero as en la manga que haría que pasases de estar en la butaca a vagar por otros mundos ajenos a lo que te ofrecen en pantalla. Lamento el momento en el que al director de le ocurrió la maravillosa idea de mostrarnos con pelos y señales (aún tengo una pezuña del diablo clavada en la cara) sus "queridos monstruos". Parece ser que no se le informó que lo que más terror causa es aquello que no vemos, las historias e imágenes que creamos en nuestra mente, pero que jamás hemos visto. Nosotros mismos inventamos nuestro propio miedo. Pero tuvo que enseñarnos todos los muertos, tan idealizados y extremadamente visibles y repetitivos, que se corta la tensión del planteamiento del film.
Remata su obra ofreciéndonos al hermano gemelo de Darth Maul, el llamado "monstruo final" de los videojuegos. Se truncó la tensión, el miedo en risa y burla. Convirtóse en una parodia de Poltergueist y yo ya estaba en mi cama durmiendo.





lunes, 7 de marzo de 2011

Valor de ley

Es de esperar que cuando surge la noticia de que los hermanos Coen proyectan una nueva película cree su espectación, y más aún si el género del film es un Western, amén del cartel de actores que presenta. El planteamiento que se ofrece al espectador parece verdaderamente interesante aunque poco original: la búsqueda del asesino de su padre por parte de la pequeña Mattie Ross, en la que se puede observar el intento de esta niña por conseguir ayuda para dar caza a dicho asesino. Entonces aparece el señor Bridges en un personaje acabado, al borde de la autodestrucción, que contrasta y a la vez une a la perfección con la que será su compañera. Por si pareciera poco, se le van a sumar un Matt Damon, en un papel en el que el personaje camina en la linea de borde entre lo ridículo, lo cómico y heroico; personaje que saben muy bien llevar los directores.
Tenemos pues unos buenos ingredientes para realizar una buena obra. Pero esta espectación se transforma en decepción por varios motivos.
En primer lugar, se preve una relación más intensa entre Mattie y Cogburn, ya que los dos se presentan como unos personajes tremendamente atractivos y en el cual no se puede dar otra imagen que la de estrechamiento de dicha convivencia. Pues bien, en el film no llega a verse una situación que une a dichos personajes; es más, da la sensación que el personaje de Laboeuf y Mattie se compenetren más y lleguen a una unión más conseguida que con el personajes interpretado por Bridges.

En segundo lugar, la historia mantiene una tensión con la preocupación de si conseguirán atrapar a Chaney (Josh Brolin), personaje que, en mi opinión se le podía haber sacado más partido. Y en esta razón me gustaría meterme en más detalles. Se mantiene una historia que gira entorno a tres personajes principales (que se pelean y rápidamente se perdonan) que luchan por conseguir un mismo fin. Es entonces cuando consiguen alcanzarlo, localizarlo y una vez ya se nos muestra realmente el personaje de Chaney, resulta ser un delincuente del tres al cuarto, el más bajo del escalafón de una banda de forajidos que son presentados y liquidados en un cuarto de hora. Es en este momento cuando acaban con Chaney cuando uno se lleva la mayor decepción. Esperaba que se realizase un duelo, que fuese más complicado liquidar a Chaney, que fuese más listo. Pero resultaron ser espectativas que no se cumplieron. Espectativas que podían haberse solventado con una relación, una escena mas intensa que demuestre el por qué, cuando la serpiente muerde a Mattie, Cogburn se deja el hígado para poder ayudarla.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Biutiful

Alejandro González Iñárritu, suele gozar de gran prestigio como director tras el rastro dejado con films como Amores perros, 21 gramos o Babel, por lo que las expectativas de su última obra no iba a ser menos. A esta estela de películas que le iban a dar fama se le presenta un valor añadido con la aportación de Javier Bardem como protagonista en solitario del film, papel del cual se le ofrece para que éste pueda lucirse.
La presentación y la puesta en escena de la obra nos presenta una imagen más oscura de Barcelona, donde hace evidente las clases más bajas de la sociedad en esta ciudad, en la que aparece una figura con rasgos de héroe camuflado de extoxicómano. Un hombre que a pesar de las adversidades que se le presenta sigue luchando y repartiendo "bondad" a todo el mundo.
No está de más que se nos recuerde cómo está realmente el mundo y que bajo cúpula del euro y de los hombres con traje y corbata, se encuentran aquellos seres que hacen ganar dinero a los más ricos. Ahora bien, bajo estas escenas que se nos muestran continuamente en el film, aguanta heroicamente un ser que continuamente está siendo bombardeado por nuevos golpes que le da la vida, y cuando crees que no puede ser más dramático aparece otra desgracia al girar la esquina.
Todo esto obliga, en mi opinión, a que el espectador se distancie ligeramente al rozar el límite de la agonía que a duras penas es capaz de seguir, a parte de las dos horas y media de película. Si a este distanciamiento le adjuntamos unos toques de misticismo, en los que se le otorga unos poderes sobrenaturales a nuestro héroe, pues acaba siendo un cóctel de difícil digestión, con un toque a lúpulo que te amarga la noche.
Por otro lado, se ha de reconocer algunos aspectos interpretativos por parte del infalible Javier Bardem, Eduard Fernández o Guillermo Estrella.
En definitiva, si deseas pasar una tarde en la que te olvides durante dos horas lo mal que estás, pues acceda a cualquier sala de cine a verla, aunque en mi opinión, la montaña del drama se suma y se suma hasta llegar casi a lo increíble. Excesivo.

domingo, 10 de octubre de 2010

The last exorcism

A pesar de no ser un gran fan de las peliculas de terror, sangre y otras exageraciones de la violencia, hay que reconocer que en los ultimos años la perspectuva sobre el visionado de estas peliculas cambia.
A Sitges llegó una obra que ya por el título ya te pone en situación de lo que van a ser los 90 minutos del metraje que posee ciertos aspectos interesantes, a la vez que sobran los 10 últimos minutos. El director alemán Daniel Stamm acertó con la propuesta de mantener un formato documental durante todo el film, cosa nada novedosa tras las proyecciones en festivales pasados de El proyecto de la bruja de Blair, REC o Distrito 13, perteneciente al genero de ciencia ficción.
La cinta consigue que el espectador se involucre en la historia perfectamente, manteniendole con la mirada fija en la pantalla durante todo el film, guiándote por donde el director quiere y pasando de un recurso puramente documental con toques irónicos a otro más serio y estremecedor.
La ambientación como el curso de la historia, así como la actuación de Patrick Fabian, atrapa y te introduce en un mundo en el que los mitos, la obsesión por las creencias religiosas y otras leyendas con un aroma que recuerta en cierto aspecto a Expediente X.
A pesar de ello, cuando crees que la pelicula consigue perfectamente su objetivo y que no se debería tocar más y dejarla como está, aparece una sombra que amenaza la resolución de la película, lo que al espectador se le habia presentado para dejar reflexionar sobre el hecho y se le va a volver a recordar. No con ello me refiero a que no esté justificado el final, sino que mi duda reside en si realmente es necesario estos diez o quince minutos últimos (insisto, bien llevados) o se podría prescindir pefectamente  y mantener un final más abierto. A mí, particularmente, agradezco más salir del cine y seguir pensando en el "que pasaría si..." o simplemente acabar la proyección en mi mente.